2 de mayo de 2008

La capital imperial

El Cusco (Cuzco para los españoles) es una ciudad hecha con piedra en su mayoría. La antigua capital imperial del Tahuantinsuyo contrasta con la actual capital de Perú, Lima, precisamente en el empleo de trabajos de cantería, pues los principales edificios históricos limeños, excepto el Palacio de Gobierno, están hechos de adobe.
Las construcciones de Cuzco son una fusión de edificios incaicos y de los que promovieron los españoles, como su imponente catedral, que domina la plaza de armas, o Huacaypata (plaza del guerrero en quechua). Este lugar, que se dice fue diseñado por Manco Cápac, fundador del imperio inca, marcó la historia de Perú de forma dramática. Aquí fueron ajusticiados Tupac Amaru I, Tupac Amaru II junto a toda su familia y decapitado el cadáver de Diego de Almagro por orden de Hernando Pizarro, hermano de Francisco Pizarro.
El antiguo palacio de Pizarro en Cuzco es hoy un hotel de la cadena Libertador, que compró los paradores nacionales en la época de Fujimori. Tuve la fortuna de alojarme ahí. Parte del edificio conserva la construcción original y además está justo enfrente de la iglesia de Santo Domingo, levantada en el coricancha, o templo del sol, del que mantiene muchos muros y vestigios, dándose una curiosa mezcla de dos estilos arquitectónicos distintos.

Muchos inmuebles de Cuzco siguen mostrando orgullosos los elegantes balcones de madera que datan de los tiempos de los conquistadores, similares a los que todavía pueden verse en algunos lugares de Canarias. Esos detalles, los soportales y el adoquinado recuerdan a bastantes ciudades españolas.
Para los españoles, un bello ejemplo más cercano de esa combinación de estilos es el magnífico edificio neoindigena que albergó el pabellón de Perú en la Exposición Iberoamericana de 1929 celebrada en Sevilla, donde todavía tiene sus oficinas el consulado general del país andino en la capital hispalense, aunque ya sólo ocupa algunas dependencias. El resto se ha destinado a la Estación Biológica de Doñana.

En Cuzco es obligada la visita al barrio de San Blas, con sus calles empinadas y estrechas, sus tiendas y su tipismo. Casi parece un pueblo blanco andaluz trasplantado a América. Abundan las joyerías. Los trabajos en plata de buena calidad son baratos si se comparan con los precios de España.
De noche continúa el bullicio en la Plaza de Armas. Los restaurantes, algunos comercios y ciertas agencias de viajes mantienen la actividad hasta tarde. Muchos turistas -el porcentaje mayor es de norteamericanos- prefieren estas horas para pasear tranquilamente por el centro histórico.
Dos apuntes anecdóticos. La bandera de Cuzco es igual a la del orgullo gay. Existe cierta polémica sobre su procedencia. Algunos historiadores niegan que los incas tuviesen bandera alguna y han propuesto que se cambie. Y es que la configuración de la enseña local y la de los gays coincide hasta en las fechas, finales de los años 70 del siglo XX. ¿Casualidad?
La otra anécdota se refiere a la vestimenta de los policías cuzqueños. Parecen municipales de los de Franco, sobre todo por esa especie de salacot que llevan puesto. Llegado a este punto uno no sabe si también es casualidad, pues los cuerpos de seguridad del estado peruano tienen actualmente el mismo nombre que en España: Guardia Civil y Policía Nacional.

Cuzco tiene unos 400.000 habitantes y un aeropuerto que se ha quedado pequeño. El proyecto de un nuevo aeropuerto internacional en el Valle Sagrado ha disparado el valor de los terrenos. Las grandes cadenas hoteleras y las inmobiliarias, muchas de ellas chilenas, se han lanzado a una compra desaforada de cualquier palmo en el que se pueda colocar un ladrillo. Ya veremos en que queda todo y cómo queda todo después.
En la fotografía inferior, una vista general de Cuzco en la que se distingue el estadio del Cienciano, el único equipo peruano con un título continental: la Copa Suramericana. En 2003 venció en la final de doble partido al River Plate.