27 de abril de 2008

#Ollantaytambo

Fue una importante ciudad fortificada. Al pie de su espectacular baluarte, al que se sube por unas interminables escaleras de piedra, se mantiene un núcleo urbano que pervive desde el tiempo de los incas y que hoy obtiene sus principales ingresos del turismo y de la venta de artesanía.
El pueblo tiene una estación de tren de la línea entre Cuzco y Aguas Calientes (Machu Picchu). Desde aquí parten también autobuses, minibuses y taxis a Machu Picchu, la capital cuzqueña o a diversos lugares del Valle Sagrado.

Ollantaytambo ha mantenido la configuración urbana de antaño, con acequias de agua limpia corriendo por sus calles empedradas.
En esta ciudad se alojaban familias de la nobleza de Cuzco. Era el lugar desde el que se administraba el granero de los incas, el valle del río Urubamba, que es tanto como decir la economía del imperio incaico.
Conserva numerosos vestigios de su importante pasado: templos, casonas, cárcel, fortificaciones y una tupida red de canales para el abastecimiento de la población.
Hay numerosos puestos de artesanía en la plaza situada junto a la entrada del conjunto arqueológico.
En la fotografía superior aparece una vista parcial del castillo.

25 de abril de 2008

#Inti (El Sol)

En el Tahuantinsuyo no había ciudad de cierta importancia que no contase con un templo del sol y su correspondiente piedra solar. Un lugar místico escogido por su cualidad de irradiar energía benefactora. Los sacerdotes hacían allí los sacrificios de animales y estudiaban sus visceras para discernir los futuros acontecimientos.
En la foto superior, la entrada a un templo del sol en el Valle Sagrado. Abajo, templo solar de Machu Picchu. La posición del sol respecto a sus ventanas marcaba la llegada de los solsticios de verano e invierno.


El granero de los incas


El valle del río Urubamba, también llamado río Vilcanota, fue el granero de los incas. El pilar principal del vasto imperio (Tahuantinsuyo) con capital en Cuzco que se extendió desde el sur de Colombia hasta el noroeste de Argentina y mitad norte de Chile. La civilización inca utilizó el trueque con los pueblos vecinos para conseguir aquellos productos de los que carecía.
La sobreexplotación agrícola a la que sometieron los incas al Valle Sagrado y la red de caminos que construyeron por todo su imperio les permitió alcanzar un gran poderío económico. El intercambio de la ingente producción de estas tierras de labranza, de las que aprovechaban incluso las faldas de las montañas para construir terrazas de cultivo, proveyó a este pueblo con holgura de todo lo que necesitaba. Todavía se aprovechan algunos de aquellos bancales, en otros lugares sólo quedan vestigios de su existencia.
Se estima que en la época de su máximo apogeo, precisamente cuando llegaron los conquistadores españoles, el Tahuantinsuyo tenía una población de 12 a 15 millones de habitantes.
Al fondo se distingue el nevado Salkantay, en recesión debido al cambio climático.

23 de abril de 2008

La cabeza del puma (Sacsayhuamán)

En junio comienza el invierno en Perú. Las temperaturas suelen ser suaves, excepto por la noche en el interior, o en las altas cumbres de los Andes. Es también la época seca. En zonas como Nazca (Nasca en Perú), Ica o el valle del río Urubamba, durante el día se pueden registrar 25 grados centígrados, dándose la paradoja de poder permitirse un chapuzón a pleno sol y tener que sentarse junto a la chimenea al caer la noche, cuando el termómetro marca cero grados.


La llegada del solsticio de invierno está marcada por el Inti Raymi, una ancestral ceremonia inca de culto al sol de la que se ha rescatado una parte, teniendo en cuenta el testimonio dejado por Garcilaso de la Vega. La representación se hace en la llanura de Sacsayhuamán, muy cerca de Cuzco (o Cusco), a los pies de la fortaleza megalítica que asombra por la exacta unión de sus piedras, da igual que sean gigantescos bloques de varias toneladas, como los que marcan las esquinas del peculiar diseño en forma de dientes de sierra que tienen estas murallas, o guijarros. No hay argamasa. Es el puzzle de un cíclope. Es la cabeza de un puma.



21 de abril de 2008

El desierto del Pacífico



Una tierra ávida de lluvia, llena de cicatrices del hombre y el agua. Es el sitio más seco del planeta. En él se dan periodos de hasta cuarenta años sin llover. El desierto del Pacífico también tiene dunas de arena, oasis y lagunas salobres. En una parte de esta árida llanura están las líneas de Nazca, el perenne misterio al que la investigadora alemana María Reiche dedicó la mayor parte de su vida. En la fotografía inferior se distingue la imagen llamada el cóndor, aunque bien pudiera tratarse de otro tipo de ave por su larga cola -quizás el ave del paraíso-, y también las marcas dejadas por vehículos. El daño hecho a algunas de estas figuras es ya irreparable.
En tierra, el desierto se puede recorrer en areneros, vehículos todo terreno a los que se les ha sustituido su carrocería original por una estructura tubular de acero para reducir las consecuencias en caso de vuelco. Es obligatorio abrocharse un arnés de seguridad y colocarse gafas estancas que impiden que entre la arena en los ojos.

18 de abril de 2008

Aguas Calientes: la vida en un andén


Aguas Calientes es un pueblo que se ha formado alrededor, mejor dicho a lo largo, de la estación de tren situada en las cercanías de Machu Picchu. A ojo, a unos mil metros, o más, bajo el santuario.
Toda la vida de Aguas Calientes se hace, día a día, en su kilométrico andén. Restaurantes, tiendas de artesanía y de ropa, agencias de viajes o pensiones tienen cabida en esta larga calle. Muchos puestos de este colorido mercadillo se montan sobre la misma vía y son recogidos en cuestión de segundos cuando el tren anuncia su llegada o salida.

#MachuPicchu

Esta es quizás la vista más conocida de Perú, una de las nuevas 7 maravillas del mundo, y la que más distorsiona la imagen paisajística de este país andino en quien no lo ha visitado.
El viajero suele tomar tierra en Lima, una megalópolis que reúne en su área metropolitana a 8,5 millones de personas. Luego descubre que la capital peruana está enclavada en un franja desértica, a veces con un ancho de un centenar de kilómetros, que recorre la costa de Perú de norte a sur hasta más allá de los límites con Chile: el desierto del Pacífico.
Machu Picchu es una antesala de la selva. No es un lugar muy elevado, teniendo en cuenta otras cotas andinas. Está a 2.438 metros sobre el nivel del mar. Cuzco -Cusco para los peruanos- es la capital de la región y se sitúa a 3.399 metros de altitud.
Esta ciudadela tiene algo especial, por eso abro con ella esta bitácora. Mi hijo y yo nos hemos hecho el propósito de volver, sobre todo antes de que impidan el paso a más turistas y sólo dejen contemplarla desde cimas cercanas. Volver sin prisas para tumbarnos en su hierba mirando al cielo, para perdernos entre sus piedras hasta que caiga la tarde y nos echen para cerrar.
Excitante también la visita al Huayna Picchu, que es el monte que se ve detrás, la nariz de la cara del Inca, que es lo que parecen los cerros del fondo, según la leyenda popular. Allí fue donde oí por primera vez en vivo el inquietante soniquete de una serpiente de cascabel. En otros lugares me he encontrado también con serpientes, pero eran bípedas.