En el Tahuantinsuyo no había ciudad de cierta importancia que no contase con un templo del sol y su correspondiente piedra solar. Un lugar místico escogido por su cualidad de irradiar energía benefactora. Los sacerdotes hacían allí los sacrificios de animales y estudiaban sus visceras para discernir los futuros acontecimientos.
En la foto superior, la entrada a un templo del sol en el Valle Sagrado. Abajo, templo solar de Machu Picchu. La posición del sol respecto a sus ventanas marcaba la llegada de los solsticios de verano e invierno.